Los árboles han sido siempre para mí los predicadores más eficaces. Los respeto cuando viven entre pueblos y familias, en bosques y florestas. Y todavía los respeto más cuando están aislados. En sus copas susurran el mundo, sus raíces descansan en lo infinito, pero no se pierden en él, sino que persiguen con toda la fuerza de su existencia una sola cosa: cumplir su propia ley, que reside en ellos, desarrollar su propia forma, representarse a sí mismos. Nada hay más ejemplar y más santo qué un árbol hermoso y fuerte. Cuando se ha talado un árbol y éste muestra al mundo su herida mortal, en la clara circunferencia de su cepa y monumento puede leerse toda su historia: en los cercos y deformaciones están descritos con facilidad todo su sufrimiento, toda la lucha, todas las enfermedades, toda la dicha y prosperidad, los años frondosos, los ataques superados y las tormentas sobrevividas. Y cualquier campesino joven sabe que la madera más dura y noble tiene los cercos más estrechos, que en lo alto de las montañas y en peligro constante crecen los troncos más fuertes, ejemplares e indestructibles. Los árboles son santuarios. Quien sabe hablar con ellos, quien sabe escucharles, aprende la verdad. No predican doctrinas y recetas; predican indiferentes al detalle, la ley primitiva de la vida. Un árbol dice: en mi vida se oculta un núcleo, una chispa, un pensamiento, soy vida de la vida eterna. Es única la tentativa y la creación que ha osado en mí la Madre Tierra. Mi misión es dar forma y presentar lo eterno en mis marcas singulares. Un árbol dice: mi fuerza es la confianza. No sé nada de mis padres, no sé nada de miles de retoños que todos los años provienen de mí. Vivo hasta el fin del secreto de mi semilla, no tengo otra preocupación. Los árboles tienen pensamientos dilatados, prolijos y serenos, así como una vida más larga que la nuestra. Son más sabios que nosotros, mientras no les escuchamos. Pero cuando aprendemos a escuchar a los árboles, la brevedad, rapidez y apresuramiento infantil de nuestros pensamientos adquieren una alegría sin precedentes. Quien ha aprendido a escuchar a los árboles, ya no desea ser un árbol. No desea ser más que lo que es.
" El Caminante ", de Hermann Hesse.-
Elegiste amiga un autor excelente, por eso es excelente el relato también y muy atinado volverlo a leer.
ResponderEliminarYo amo a los árboles, de hecho ya planté más de uno que crecen vigorosamente.
La imagen impacta.
besos
Herman Hesse, un gran autor, lo he leído bastante. Tu texto precioso.
ResponderEliminarSaludos cordiales Adri. Besos.
Fantástico relato.
ResponderEliminarLos arboles ón los soñadores del universo entero.
Ellos son nuestro gran reflejo.
Gracias.
hola adri,hermoso relato amiga que habla sobre el sentir de los arboles.
ResponderEliminaryo soy una apasionada de ellos,mi preferido es el pino,me crie a la sombra de uno de ellos en el jardin de casa y sera que tengo los mejores recuerdos de mi niñez bajo su sombra.
ojala todos toememos conciencia a la hora de talar los arboles,son ellos el pulmon del mundo,asi que abra que tenerlo muy en cuenta.
un fuerte abrazo amiga y gracias por regalarnos estos relatos!!!!!
Tenía 16 años cuando leí por primera vez a Hesse, y ya entonces me pareció encontrar música en sus palabras. Bellísimo texto el que nos presentas hoy, la naturaleza en general y los árboles en especial, como bien dice Hesse son un santuario que debemos respetar.
ResponderEliminarUn abrazote inmenso desde el corazón.
Creemos que somos nosotros los que damos vida a los árboles y en realidad son ellos los que nos conceden vida. La historia callada de estos bellos paladines tiene muchas leyendas que contar. Son mis hermanos y así los veo.
ResponderEliminarPreciosa cita, Adriana. Siempre apostando por lo bello e importante de la vida. Un placer pararse siempre en este recodo del bosque que es tu blog.
Besos de jueves.
Herman Hesse es uno de mis autores predilectos.
ResponderEliminarExcelente texto.
He plantado varias docenas de àrboles. Los amo.
Un abrazo.
Me has tocado Adri, con mis árboles y con Hesse.
ResponderEliminarLa maravilla de los árboles es que Son, es que toda la vida está contenida en ellos....dan sin esperar y en ellos puedes "entender" la maravilla de la vida...la vida.
No tengo palabras.
Gracias Adri, espero que todo te vaya bien. Estoy contigo.
Supongo que este árbol lo saludas a diario en tu bosque empitukado, yo creo firmemente que los árboles son tan sabios, que se adaptado a vivir en las urbes de cemento, son tan nobles, que acuden con su sombra para refrescar a los despistados transmutes de la vida; son inspiradores de sueños de millones de oficinistas que desde sus escritorios se embelezan soñando con el amor, o la armonía o la prosperidad, la salud, los árboles citadinos velan los sueños nocturnos, convierten su entorno en lugares mágicos, los árboles nos recompensan con frutos y flores que rompen el día con amor y complicidad sin limites. Adriana donde yo vivo hay muchos árboles viejos, muy viejos, son majestuosos, magistrales, esplendorosos, elegantes, frondosos, y están esperando por ti para asombrarte y acogerte!
ResponderEliminarUn Besito Marino!
Así es queridos amigos, amo profundamente a los árboles, siempre trato de estar cerca de ellos, acariciarlos, abrazarlos y escucharlos, tienen tanta sabiduría para brindarnos, que cuando me topo con alguno al que han lastimado, me siento profundamente triste.
ResponderEliminarSoy de las que se aferran al árbol, cuando estan por cortarlo, todavía hay personas que talan sus árboles en sus propias casas porque sus ramas tocan los cables, o el árbol está demasiado viejo, o quieren colocar una piscina...etc.
Cada uno de ellos tiene un guardián silencioso, Deva o ángel junto a él, es nuestra tarea protegerlos cuando atentan contra sus vidas!
Abrazos a todos!
La última vez que lloré fue cuando vi cortar los árboles centenarios de la carretera que lleva a mi pueblo.
ResponderEliminarBesos.
Amiga, muy agradecida por tus palabras de Condolencias, tan necesarias en estos Momentos. Un abrazo a la distancia.
ResponderEliminar(¯`v´¯)
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Me encantó esta entrada Adriana! Si hay algo que disfruto de mi ciudad es de su gran arboleda.
ResponderEliminar"Un árbol podría ser tantas cosas: color, sombra, fruta, paraíso de los niños, universo aéreo de escalas y columpios, arquitectura de alimento y placer. Todo eso era un árbol. Pero los árboles eran, ante todo, fuente de aire puro y un suave murmullo que adormece a los hombres acostados de noche en lechos de nieve" .
RAY BRADBURY
Besitos!
Qué buen post, Adriana, que buen texto! Muchas gracias por compartirlo.
ResponderEliminarHay que aprender a escuchar a los árboles!!!
Un abrazo grandote.
Bellísimo texto, Adriana, hace que nos detengamos en la reflexión de la infinitud plasmada en la figura imponente, seductora y dúctil de ese ser vivo que nos regala, desinteresadamente tantas cosas...
ResponderEliminarSi aprendiéramos a deleitarnos en nuestro entorno, encontraríamos energía hasta en la más mínima plantita del camino.
Un besazo gigante ;)
Para mí un árbol es símbolo de quietud y rendición.
ResponderEliminarHermoso post, gracias por recordárnoslo.
Besos desde el ocaso.
Cuanta certeza,...me encanta los escritos de Hesse mi favorito,....amiga, los arboles, aquellos gigantes que siempre estan alli quietos, mas con tanta energia, saludando al sol todas las mañanas, y bañandose con su exquisitez, cuando los miro pienso en toda la sabiduria que guarda su sola simbologia, parece sencilla y a la ves tan profunda,... Me encanto el texto, mas para pensar y aprender, agradecida por eso
ResponderEliminarBesitos
Gracias Adriana por acercarnos éste maravilloso texto de Hesse.
ResponderEliminarSomos Uno.
Abrazote de luz, Mirta
Querida Adriana, hermoso texto de Hesse, también lo que contás sobre tu vínculo con los árboles.
ResponderEliminar"Un árbol dice: mi fuerza es la confianza". Bello y verdadero.
Un gran abrazo!!!
Hola Adriana!
ResponderEliminarme has hecho acordarme de la higuera que había en el corral de mi bisabuelo... daba una sombra espectacular, frutos en abundancia y para mi era muy especial. Qué bonito ha sido...
Gracias!
Estupendo texto que nos enseña a darle la importancia que tienen nuestros amigos los árboles. Como los humanos, según es el árbol, así es el fruto, pero en principio todo dependerá de la semilla.
ResponderEliminarUn abrazo Adriana
La sapiencia se paga... que se lo digan al árbol...
ResponderEliminarSaludos y un abrazo.
Bonitas palabras de Herman Hesse. Me ha pasado muchas veces contemplar un árbol de tronco ancho, muy alto, muy antiguo y pensar de cuantas cosas no habrá sido testigo a través de los años.
ResponderEliminarBesitos,
Maravilloso! Gracias por este post, Adriana. Un gran saludo!
ResponderEliminarJ.
en los momentos más importantes de mi vida, siempre tuve un árbol como testigo.
ResponderEliminarlos amo
mil besos*
quinoff, que alegría amigo!, cuánto hace que no pasabas a visitarme!
ResponderEliminarGracias y abrazos a la música! y a vos por supuesto!
BELLA ENTRADA. LA FUERZA, LA PAZ, LA BELLEZA VERTICAL QUE MIRA AL CIELO, LA ENERGIA VERDE QUE INUNDA Y CONTAGIA....ME ENCANTAN LOS ARBOLES, LO VERDE ME SUME EN LA MAGIA....FELIZ DIA.
ResponderEliminarme ha encantado¡¡¡bellisismo..hermann hess¡¡¡uno de mis favoritos¡¡¡¡sin duda¡¡¡
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