sábado, 20 de junio de 2015

Observar...

Cuanto menos conscientes somos de nuestro malestar y nuestros esfuerzos por escapar, mayor es la confusión que se crea en el mundo exterior –desde guerras entre naciones hasta peleas entre individuos y discusiones con nosotros mismos; todos esos problemas se presentan porque nos separamos de nuestra experiencia. El malestar y el dolor no son causa de nuestros problemas; la causa esta en no saber que hacer con ellos.
Solo hay una forma de escapar de este círculo y de poder vernos claramente: debemos salir de la pequeña mente y observarla. Aquello que observa no piensa, porque el observador puede observar el pensamiento. Debemos observar la mente y ver que es lo que hace. Debemos ver la forma como ella produce su cúmulo de pensamientos egocéntricos, creando tensión en el cuerpo. El proceso de salir y dar un paso hacia a tras para observar no es complicado, pero para quienes no están acostumbrados a él puede parecer nuevo y extraño e, incluso, atemorizante con la persistencia, sin embargo, se hace cada vez más fácil.

Charlotte J. Beck (La vida tal  como es)





*

Todos corrían asustados en la noche
y la oscuridad se asustó de ellos
intentaron gritar con fuerza
pero los gritos silenciaron sus voces
decidieron evitar la tempestad
y la tempestad se agitó con más furia
ya no sabían que hacer...
entonces se quedaron quietos
y la oscuridad
y los gritos
y la tempestad
también .



A. Alba

viernes, 5 de junio de 2015

Allegretto




Ejemplos: qué haría si un amigo me miente, qué haría para controlar mi lengua, o para ser puntual, o para dejar de sentir que la vida se me escapa, o para renunciar a un postre, o para vivir sin tarjeta de crédito, o si mi hijo se porta mal, o para no distraerme, o en el medio de una discusión, o si fuera criticado. Y siguen las preguntas. Al abrir el libro al azar, surge una: ¿qué haría Buda si estuviera aburrido? Y aparece un párrafo de Dogen (maestro budista del siglo XIII): "Si encuentras una cosa aburrida, encontrarás todo aburrido". El aburrimiento es parte de la vida, añade Metcalf con razón. Huir de él como método sólo nos lleva a huir del presente, de la circunstancia que vivimos, del propio mundo. Basta con detenerse en la palabra diversión, opuesta al aburrimiento. Viene de divergir, que significa apartarse, desviarse. La negación del aburrimiento es la negación del silencio, del tiempo de inacción necesario para realimentarse, de la posibilidad de oír acalladas voces interiores y hasta la negación de la alegría, que como todos los estados se reconoce gracias a la experimentación de su opuesto complementario. Quien se pelea con su aburrimiento termina por aburrir a los demás, porque no aprovecha el estado de quietud para imaginar y explorar nuevas vías existenciales, sino que siembra vacío a su alrededor. Muchas cosas que embellecen el mundo, muchas ideas que no dejan de enriquecernos e incluso inventos que bien usufructuamos son el producto del aburrimiento de alguien, que se permitió vagar sin temor por terrenos no programados y se animó a no vivir maníacamente divertido...
Por tomar sólo una pregunta más (son tantas y tan tentadoras): el autor se atreve a inquirir qué haría Buda si le entrara sueño mientras lee el libro del que hablamos. Sencillamente, se iría a dormir, porque haría caso a las señales de su cuerpo y recordaría que éste, la mente y el alma están inseparablemente integrados.

Franz Metcalf -¿Que haría Buda?
S. Sinay



Te escribiré
un allegretto de acequias
un jardín de olivos y romero
unos pies alados sobre el mar
mensajeros salobres y divinos
una furtiva lágrima de amor
escondida en un sobre lacrado con un beso
Gaetano Donizetti jamás imaginó 
la causa y el efecto de aquel frasco de elixir 
quedará entre nosotros el secreto
fueguino, mineral y milenario
de verborrágicos silencios
donde lengas, pinos y arrayanes
cumplirán sin quejas su mandato:
observar con ojos verdes e impasibles
como viajan vía aérea mis recuerdos  
al fin de arribar a su destino inexorable.

*
A. Alba

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