Visitas Inesperadas

Serìan aproximadamente veinte o treinta,tal vez un poco màs;desistì de la tarea contable porque trabajaban demasiado ràpido.Es sorprendente como recorrìan el trayecto desde la base a la cima sin tomarse un solo descanso, probablemente fuera por la escasez de alimento que suele haber en mi balcon durante època invernal. Calculo que èstas visitas solapadas a mi planta venìan ocurriendo desde hace varios dìas,mi sospecha se debe al desolado y triste aspecto que presenta la pobre.Les confieso que me encontrè totalmente perturbada frente a tal espectàculo que con total desparpajo ofrecìan èstas minùsculas pero intrèpidas obreras;sin duda estaban decididas a devorarlo todo -o lo que quedaba de mi estoico geranio-.Tengo que admitir sin embargo,que la escena transmitìa un singular encanto de verdes y rosados,una colorida procesiòn en miniatura, donde todo estaba perfectamente organizado. Una tras otra, disciplinadamente subìan y bajaban por la maceta cargando pètalos y hojitas con total impunidad, y aunque resulte extraño no he podido encontrar el bùnker donde con toda seguridad esconden sus provisiones. Urdieron una excelente estrategia y estaban actuando a pleno dìa...que valentìa! ahora,si lo pienso desde otro punto de vista hasta me provoca cierta admiraciòn y ternura,hay que reconocer que poseen perseverancia, cultura de trabajo, cooperaciòn, orden, previsiòn, compañerismo, virtudes tan difìciles de encontrar hoy dìa....Pero tengo que tomar una decisiòn, me encuentro ante una total y profunda disyuntiva. O salvo a mi hèroe,que todavìa conserva con dignidad seis hojas relativamente verdes que cuelgan de su tallo como medallas de honor -o salvo a las aguerridas morenitas?-

Estoy meditando sobre la idea de contactarme con un mediador en ecosistemas. Yo sòla no puedo con todo!

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Pequeña ficciòn

A. Alba

Acuèrdense de silenciar el Music-Playlist para escuchar èsta bella canciòn de Silvio

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Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos alabado sea,
Y el alma del oyente quede temblando...

Vicente Huidobro