Hay cosas por las cuales
regresamos una y otra vez
al jardín de la infancia
o al desván de la adolescencia.
Revolvemos un poco aquí y allá...
descartamos, suspiramos, atesoramos
nos enojamos, lloramos.
Recorremos con la punta de los dedos
las fotos amarillas
y con el corazón acelerado
cerramos despacio la puerta de los recuerdos
sin llave, por supuesto
porque sabemos que inevitablemente
de alguna u otra forma
volveremos a entrar.
A. Alba