...Uno de los grandes descubrimientos de la mecánica cuántica es que no se puede saber con exactitud y simultáneamente la ubicación y la velocidad de un objeto en movimiento. Es sencillo, pero no es simple. Si se observa uno de los términos de la ecuación, se pierde el otro. Algo por el estilo ocurre si se pretenden la contemplación, la autopercepción y la indagación interior (que requieren silencio, paz, discernimiento y pausa) en un mundo atravesado por la urgencia, la ansiedad, la fugacidad y la fragmentación, todos factores esenciales en la era de la ansiedad. Si no hay tiempo, concentración ni calma, es muy posible (y probable) que se termine en mulettos de autoconocimiento, siempre superficiales y demasiado exprés. Lo que se ahorra en tiempo se gasta en desconcierto, incertidumbre, repetición de errores y otras formas de autodesconocimiento. Así se crean las condiciones para lo que se conoce como angustia existencial, síntoma agudo de una vida que no encuentra su sentido.
¿Pero está el sentido de una vida en el interior de quien la vive? Víktor Frankl, psiquiatra y pensador austríaco que ahondó incansablemente en la cuestión, diría que no. "El verdadero sentido de la vida debe encontrarse en el mundo y no dentro del ser humano o de su propia psiquis, como si se tratara de un sistema cerrado", escribía Frankl en El hombre en busca de sentido, donde narra su propia peripecia existencial a partir de los años transcurridos como prisionero en campos de concentración. Y es más explícito: "La verdadera meta de la existencia humana no puede hallarse en lo que se denomina autorrealización. La autorrealización no puede alcanzarse cuando se considera un fin en sí mismo, sino cuando se la toma como efecto secundario de la propia trascendencia". Equivale a decir que sólo cuando tomamos conciencia del mundo en el que vivimos y de aquellos con quienes vivimos (todos los prójimos, y no sólo nuestros amigos, familiares y allegados) podemos poner al servicio de ese mundo nuestros dones (todos los tenemos, suelen llamarse recursos, pero hay que descubrirlos). Y es entonces, en ese mundo de otros, en donde podemos entender el sentido de nuestra existencia. Lo que Frankl llama autotrascender. Claro que para esto es necesario no correr tras zanahorias inalcanzables o huyendo de uno mismo, sino echar raíces. Para encontrar el sentido, cambiar de dirección.
Sergio Sinay
Si alguien te dijera
que una taza de té
contiene en su interior
la luz de todos los astros
la música de las esferas
la historia de todas las edades
el sonido primordial
el lenguaje del alma universal
el primer huevo de dinosaurio
las sonrisas y los llantos
el secreto de los profundos mares
el Oráculo de Delfos
el romance prohibido de Hipatia
el descubrimiento del átomo
las delicias de todos los jardines
el manjar de todos los manjares
la clave de todos los misterios
el dulce perfume de los ángeles
y que en un simple acto cotidiano
como preparar una infusión
beberías el mundo en un instante
¿le creerías?
te dejo la inquietud de la pregunta
mi respuesta sería un mundo aparte.
A. Alba
(Imágen tomada de la Web)