Los cinco tesoros

Me deslizaré calladamente
en su bosque de helados robles

y senderos de escarcha,
recorreré sedienta

los arroyos sagrados.
Las piedras mudas

y las ramas secas
despertarán del letargo.
Se abrirán las jaulas de los sentidos,
subiré despacio los peldaños

de su columna vertebral
desde el cóxis
hasta el descanso cervical.
Me columpiaré en los lóbulos de sus orejas
y me enredaré en sus cabellos,
anidaré en el centro de su vida

calladamente.
Levantaré una tienda en el blanco lecho

de los cinco tesoros,
luego esperaré despierta un nuevo día

por si acaso Kanchenjunga

desee revelarme otros secretos.

*

A. Alba

«El arte unirá a la Humanidad. El arte es uno e irrepartible. El arte tiene muchas ramas y una sola raíz… Cada uno percibe la verdad de la belleza. En la belleza estamos unidos, por la belleza oramos, Con la belleza conquistaremos. Para todos deben ser accesibles y abiertas las puertas de la fuente sagrada. La luz del arte iluminará los innumerables corazones con un amor nuevo. En un principio, este sentido vendrá desapercibido, pero más tarde este sentido limpiará toda la conciencia humana. Cuántos corazones jóvenes están buscando algo bello y auténtico. Dadselo, pues. Dadle el arte al pueblo, que el arte le pertenece.» (Nicolás Roerich, «Sobre el Arte»).