miércoles, 2 de septiembre de 2009

EL MISTERIO DEL BUDDHA


Estriba este misterio en que Gautama, aunque fue una encarnción de la Divina Sabiduría, tuvo que aprender, no obstante, en Su cuerpo humano, y ser iniciado en los secretos del mundo como cualquier otro mortal, hasta el día en que, abandonando su secreto retiro de los himalayas, predicó por primera vez en el Bosque de Benarés. Lo mismo sucedió con Jesús, de quien nada se dice ni nada se sabe desde los doce hasta los treinta años, en que le vemos predicar el Sermón de la Montaña. Gautama había jurado guardar inviolablemente el secreto de las enseñanzas esotéricas que se le comunicaron; pero la inmensa piedad que le inspiraban la ignorancia del género humano y los sufrimientos que de ella dimanan, movióle a transponer los límites del secreto. Por una parte fundó Su filosofía exotérica (la "Doctrina del Ojo"), sobre la verdad eterna; peropor otra no supo mantener ocultas ciertas enseñanzas y al revelarlas más allá de lo lícito dió motivo a que se tergiversaran. Ansioso Buddha de derrocar los falsos dioses, reveló, en los "Siete Senderos del Nirvana", algunos de los misterios de las Siete Luces del mundo arûpico. La verdad a medias es con frecuencia peor que la carencia de ella. La verdad y la ficción son como el agua y el aceite; nunca combinan. Desastrosos efectos tuvo la nueva doctrina de Buddha, por presentar el cuerpo externo de las enseñanzas exotéricas sin el Alma que las vivifica. Nunca le comprendieron debidamente; y los mismos buddhistas del Sur rechazaron sus doctrinas, tras cuyo involuntario extravío palpitaban profundísima caridad e ilimitado amor a los hombres. Pero Karma no tiene en cuenta la intención, sea buena o mala, sino el fruto de la obra. Tal como Buddha predicó la "Buena Ley", constituía el más sublime código de ética y el incomparable sistema filosófico del Universo visible; y sin embargo, extravió a las ineducadas mentes y las indujo a creer que nada encubría la letra muerta. Además, las nuevas enseñanzas perturbaron a muchos talentos que hasta entonces habían permanecido fieles a ala fe brahmánica orodoxa. Asi es que, unos cincuenta años después de su muerte, renunció el "Gran Maestro" al Dharmakâya y al Nirvana, y quiso renacer con propósitos kármicos y de amor a los hombres Para Él no había sido muerte la muerte, sino que, cambió las tinieblas por una transición a más brillante luz. Roto fue el yugo de la muerte; y como muchos otros adeptos, desprendióse Buddha de su mortal vestidura, cuyas cenizas guardaron los discípulos en reliquia, y revestido de su cuerpo sutil comenzó la existencia interplenetaria hasta reencarnar en Shánkara, el más grande instructor vedantino de la india, cuya filosofía (basada como la de Buddha, aunque bajo distinto aspecto, en los axiomas de la eterna revelación, Shruti o primitiva Sabiduría religiosa) se halla interpuesta entre las en demasía exhuberantes metafísicas del hinduísmo ortodoxo y las doctrinas del buddhismo que, azotando con su exotérico ropaje las esperanzas y aspiraciones de las almas vivientes, esbozaba en su saber frío, como cristalinos carámbanos, los esquemas de las primordiales verdades de la filosofía exotérica.
Elena P. Blavatsky

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